domingo, 15 de septiembre de 2013

Prisionera de la libertad ajena

Cuando de pronto viene un rayo de inspiración que dislumbra tus ojos, una conexión desde tu alma hacia el mundo exterior, tan fácil de sentir y -a través de lineas- se trata de explicar. Realmente uno al escribir no expresa nada personal, todo es parte de una fantasía, de una difusa ilusión, de un porvenir incierto.

Hombre de mi inspiración: http://peru21.pe/impresa/enamoramientos-2145260 



Capaz de sentirlo pero difícil de definirlo, así pasa cuando tratas de descifrar qué te quiere decir tu interior. Se manifiesta a través de latidos, de bombardeos internos, de pulsos latentes que se aferran a tu pecho, que te tratan de decir a gritos qué tienes a alguien adentro tuyo, que lo llevas adherido, que no puedes separar de tu ser... 
De pronto, entiendes que debes reintegrarlo en tu vida, que físicamente se encuentra ausente pero conceptualmente aún lleva un significado en tu interior, entonces sigue latiendo, sigue persistente, sigue manteniendo su sitio en el corazón, y sigues buscando razones para que siga latiendo de esa manera, con esa intensidad, con esa locura, con esa fuerza... 
Sin embargo, no encuentras los resultados esperados, investigas sus huellas, tratas de incorporarlo nuevamente en tu vida, y nada funciona. Entonces ¿por qué sigue latiendo? ¿por qué duele tanto? Entras al borde de una crisis enfermiza, cada latido golpea más fuerte tu pecho y retumba tu mente, las dudas afloran y negar algún problema se convierte en la mejor solución. Lo mejor es tenerlo, le mejor es acercarlo, lo mejor para que él siga latiendo adentro es que aún no se vaya, permanezca...
Y lo que no se da cuenta, es que seguirá golpeando, seguirá aferrado porque lo ha enjaulado en su corazón, con rejas que lo aprisionan, lo encarcelan... 
Sigue prisionero, esclavo de una condena ajena... ¿cuándo acabará el castigo? ¿cuándo conocerá la libertad?