miércoles, 21 de agosto de 2013

Entre la cadena del mal

- Hoy debes cumplir un papel muy peculiar
- ¿Cuál? ¿La que deja su felicidad por buscar la del otro?
- Demasiado altruista
- ¿La que mira en silencio sin poder decir nada para que la situación no se tense?
- Demasiado pasiva
- ¿La que finge estar bien aunque por dentro retumban sus paredes?
- Demasiado para toda tu vida. Hoy te toca ser la mala

Se quedó en silencio porque ya estaba demasiado tensa. Esta vez no tenía que dejar su felicidad para que otro la alcance. Esta vez no debía fingir que todo está bien para no crear disturbios. Porque ella ya no era la víctima. Era la mala...

- No sé si pueda, no sé si pueda...
- Es fácil. Solo goza de la felicidad plena de que tus deseos sean consumados

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La conciencia es nuestra voz interna, capaz de escaparse de nuestro cuerpo para enfrentarnos cara a cara y preguntarnos ¿te llevará a la felicidad? Y efectivamente podemos realizar todo lo que deseamos con tal solo mentalizarlo, de tener un conocimiento interno que nos permita alcanzar y escalar galaxias desconocidas, sin embargo deseables. Pero la felicidad no viene sola... viene acompañada de nefastos, sin embargo importantes, acompañantes que hacen que este mundo sea mejor entre comillas. Aquí viene la ética, los principios básicos para saber que debemos ser felices sin quitarle la felicidad a los demás, sin quitarles los privilegios que requieren para encontrar su bien. Sin embargo, no todos deseamos lo mismo, no lo pensamos ni lo respetamos por eso creamos ambientes bélicos donde el único culpable es esa felicidad: esa felicidad momentánea que ya no te hace propiamente feliz. Siempre políticamente correcta, acostumbrada a lo cuadrangular y a los daños amicales, de pronto te toca representar este papel que tantas veces has escuchado, que tantas veces has analizado, pero nunca pasado. ¿Y qué pasa? ¿que pasa cuando te toca ser la mala?

Nebulosa cruenta cuando ante los ojos de una aglomeración de personas que se enteraron de tu gusto culposo, eres simplemente una mala, de esas malas de telenovelas, ideológica y representativa. Y no dudan de catalogarte en una escala por debajo del promedio de una persona normal, de juzgarte sin piedad y es que tampoco tienen que ponerte en tu posición, ¿o si? Porque tú - en esa situación- hayas pensado en el otro, ellos no tienen porqué pensar en ti. Es ahí donde te das cuenta que tampoco puedes caerle bien a todos y que no todos tienen el derecho de entenderte. Es que todo es tan superficial que entre la delgada línea del ser y el no ser, debes no ser una mala sin  necesariamente ser una buena. ¿Lógico o controversial? Cualquiera que fuese solo puedo acotar una cosa: no se debe juzgar a nadie.

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