domingo, 31 de julio de 2011


Millones de razones para ser feliz, y tú eres la razón 1001.

sábado, 30 de julio de 2011

Untouchable

No más perdones, no más lo siento. No más tropiezos, vida mia. Y si es que para aprender tienes que cometer errores millones de veces y para ser feliz juntos tengo que perdonar tus millones de errores, prefiero dejar tu amor impregnado lejos de mi corazón. Ya olvidé lo que sufrí, jamás olvidaré que por ti lloré. Las heridas están curadas por mi voluntad, pero mi voluntad no puede contra las cicatrices. ¿Quién te dijo que alejándote de mi me vas a olvidar? ¿Quien me dijo que era fácil? Ya no puedo ser masoquista, ya no puedo autodañarme... suficiente con lo que hiciste tú. Y es que como seguir adelante si aveces, para sonreír y recordar, tengo que mirar atrás. Ya no. No puedo más.Y te tengo que confesar, que no tiene nada que ver la distancia, mucho menos el tiempo. Hoy confieso que ya no te amo y no es porque te alejaste. Es porque hace tiempo, ya había dejado de luchar por ti. Por nosotros. Hoy soy intocable
A veces, solo a veces el dolor consume mi corazón.

miércoles, 20 de julio de 2011

We said good bye with words. I died a hundred times

Te has ido lejos para no volver nunca más, para no hacerme daño. Tú piensas que te has ido. Cuando la verdad es que una parte tuya quedo conmigo intacta, acompañándome en este camino, que aunque no lo caminemos juntos me tranquiliza saber que tú estarás bien, que al menos un par de pasos los hiciste conmigo, a tu lado.

Y es que a veces hay que irse lo más lejos que puedas para saber cuánto
te importa todo lo que has dejado atrás...

Mundo Materialista

Las persona han sido creadas para ser amadas y las cosas para ser usadas. El mundo se vuelve caótico cuando las personas son usadas y las cosas llegan a ser amadas.
Cuando las personas solo son "objetos" sin importar sus sentimientos y las cosas llegan a tener un mayor valor, una mayor "felicidad".

No volverás


Recibí el último mensaje y dice que no volverás no lo esperaba ahora no sé que pensar.
Últimamente las cosas no andaban bien y no quería que te sientas mi rehén. No hace mucho el fuego se apagó y ya no se puede renacer. Tapemos las cenizas sin pensar en volver y tomemos un tiempo para borrar todo lo que no fue. Ha llegado el tiempo de quemar mi último as y no me molesta que este juego no de para más.

- ¿Sabes esa sensación que algo tan grande te va aplastar y no puedes hacer nada al respecto?
* ¿Algo así como una roca gigante?
- Sí. Pero un idiota lo llamó "amor"

jueves, 14 de julio de 2011

200 discos

Adaptado de una historia: "La niña de los CD, de Mariano Osorio". Tan solo le agregué muchas partes inventadas y con otros nombres.

8:00 am de la mañana, sentados en la sala de espera. Con el cuerpo escarapelado, miraba con cierta preocupación a su madre. Ella lo tenía entre sus brazos, lo miraba de reojo con cierta ternura, con aquella ternura incondicional que solo una madre puede tener. Aunque por dentro el corazón se le arrugaba de a pocos y lloraba por dentro, triste y fuerte. Aprovechó en abrazarlo fuertemente, él sintió un calor en su cuerpo.
-Hace tiempo no me abrazas así, mamá- le dijo mirando hacia el piso.
-Hace tiempo no me dejabas abrazarte- le contestó.
17 años recién cumplidos hace dos días. Pocos años y muchas metas. Demasiadas aún por cumplir - o que jamás cumplirá -. El doctor los invitó a pasar. La madre buscaba la mirada del doctor a ver si había rastro de algún resultado.
-Solo me queda decirte que hicimos lo imposible. Te quedan pocos días de vida. El cáncer está muy avanzado.
Aquella escena presenciada por el doctor, quizá fue una de las más doloras que le haya tocado vivir. Tan solo la madre lo abrazó fuertemente, no quiso soltarlo ni un segundo. No pudo llorar por dentro, no era suficiente. Él le agarró la mano y la llevó fuera del hospital, sabía que no había nada más que hacer.

Pasaron unos días, y él no se levantaba de su cama. La leucemia lo estaba matando lentamente.
– Mi amor, vamos levántate. Anda a dar un paseo a la ciudad- le dijo a su hijo por quinta vez.
Pensó un poco y se dio cuenta que no podía hacer nada para alargar su vida. Sus días estaban contados, y decidió seguir adelante con lo que queda por vivir. Se levantó de su cama, abrió su ropero y estuvo al frente de sus 178 discos de música. Agarró uno por uno y los contó, como lo solía hacer antes. Su madre lo miraba desde la puerta media-abierta con una sonrisa en su rostro. Salió de su casa y fue a la tienda de discos. El dueño estaba feliz de volver a verlo, lo conoce desde muy pequeño.

178 discos

- Thom, es un placer volver a verte. Has tenido descuidado tu hobbie favorito.

-Sí, hoy los conté y tengo 178. ¡No puedo creer que falte poco para llegar a los 200 discos!

-Adelante, pasa. Esta es tu casa.

-Gracias, bueno ¿y dónde está Alf?

Le contó que Alf había presentado su carta de renuncia puesto que consiguió un mejor trabajo. Thom buscó con la mirada a su amigo Alf. Le tenía mucho cariño, Alf siempre lo ayudaba a conseguir los mejores discos de música y por él compró su primer disco cuando tenía seis años. Caminó por los estantes y escuchó una dulce voz muy cerca de él.

-Te puedo ayudar en algo?

-Sí, claro. Estoy buscando el último disco de “American Jones” – le dijo con cierta timidez-

-Ven, ha salido uno en última edición. Te va a encantar.

Ella era hermosa. Tenía un polo blanco con la marca de la tienda, unos rulos perfectos y sueltos y ojos negros y rasgados. Desde ese momento, no dejaban de mirarse.

-Eso es todo?

-Sí, gracias. Mañana vendré por más.

-Esta bien. Toma. –le entregó cinco discos que había pedido- ¿Te los doy en una bolsita?

-No, está bien. Vuelvo mañana.

Quiso comprar los discos que faltan en un solo día, pero pensando bien la situación decidió comprar cierta cantidad cada día. Tan solo para volver a verla.

Llegó a su casa muy contento, muy diferente como había salido. Dejó los discos en su ropero y vio que su colección pronto llegaría a los doscientos. Su mamá lo acompañaba en cada momento, sabía que cada momento podría ser el último. Thom le contó a grandes rasgos que conoció a una chica muy simpática. Su madre, aunque muy celosa por dentro, le dijo que la conozca más y la invite a salir. Él tan solo sonreía, pero escondía un miedo, aquel miedo de no volver a verla nunca más. Entonces, ¿para qué luchar si todo está perdido? Al día siguiente, volvió a ir y así sucesivamente. Con la única diferencia que ahora los discos los cargaba en una bolsa, ya que compraba muchos más en un día. A medida que pasaba el tiempo, la leucemia lo tenía más debilitado y por eso prefirió apresurar más la compra de sus discos. Cada día que pasaba, él se levantaba con ese ánimo de volver a verla. A pesar que le hablaba poco, tan solo bastaba mirarse para sentir una conexión repentina y ,sobretodo, especial.

197 discos

197 discos en su ropero, tan solo faltaban tres. Pasó por la tienda de discos y la vio a lo lejos. Tenía en su bolsillo un pequeño papel y después de 50 minutos de nervios y timidez decidió comprar los dos discos que tenía pensado. Compró los dos discos y se despidió de ella. Se animó a convertir aquel día normal, es un día especial y le dio un beso en el cachete, estaba avergonzado y se pudo rojo de inmediato. Le dejo el papelito y a penas se fue ella lo abrió. “Eres hermosa, ¿sabías? Llámame mañana”. Le dio su número telefónico y ella no esperaba la hora de llamarlo. Thom regresó a su casa y dejo los dos casi últimos discos en su ropero. Vio que tenía muchas bolsas y discos adentros. Tan solo los dejaba en su ropero, no los abría y ni siquiera los sacaba para escucharlos. Sabía que era demasiado tarde para escuchar todas las canciones de sus discos nuevos, asi que solo se limitó a llegar al cien.

199 discos

Tan solo faltaba uno, y lo reservó para el día siguiente, cuando lo llamará y él la invite a salir. Llego el día tan ansiado para ella, y no dudó en llamarlo.

-Buenos días, ¿me podrías pasar con Thom?

-¿De parte?

-Soy Soph, me dio su número ayer. Trabajo en la tienda de discos.

La madre rompió en llanto. Soph no sabía que sucedía

-Soph, lamento informarte esto. Thom se fue para siempre.

La mamá fue directamente hacia el ropero, para ver sus discos y llevarlos al velorio, él lo había pedido así. Los contó uno por uno y abrió las bolsas para sacar los discos. En cada bolsa vio pequeños papelitos rosados doblados y los abrió. “Me llamo Soph, eres muy lindo”, “Me encantan tus ojos”, “Hoy te robé una sonrisa, y es preciosa”. - Cómo le hubiese encantando a ver visto estos papelitos antes que muera- . Contó 199 discos y los llevó al velorio de su hijo. Ahí estaba Soph, dolida y abrazó a su madre. Le entregó el último disco que le faltaba y se despidió por última vez de Thom, guardando en su corazón su presencia, su amor por los discos y sobre todo añorando aquel día que lo iba a ver y quizás entregarle el último beso.

200 discos

"Quizá mañana sea muy tarde para decir lo que sientes. Tan solo demuéstralo".

La verdadera historia: http://www.youtube.com/watch?v=9mq8WN5z92I

lunes, 4 de julio de 2011

Bajo el mismo cielo, mirando el mismo horizonte.
















Estamos solos frente al mar apuntando hacia la misma dirección. Tus dedos no volverán a jugar con las ondas indefinidas de mi cabello, el viento se encargará de despeinarme, de alocarme levemente. Ya no me perderé más en la profundidad de tu mirada, no va ser necesario callarme, no va ser necesario guardarme el dolor que quema mi cuerpo y ya no te vas a percatar como antes, con tan solo mirarme a los ojos, todo lo que he escondido en mi alma, lo que jamás te he dicho para no preocuparte con mis desilusiones, con mis temores. No volveré a fingir más, no te volveré a mirar a los ojos con una sonrisa, mientras miro hacia el suelo dejando que mis pestañas escondan en mis ojos la tristeza que mi alma refleja. No volverás a descifrar mi silencio. Tan solo estaremos sentados frente al mar, mirando el vaivén de las olas, mirando como se mueven sin un rumbo fijo, sin un horizonte. Como nosotros. Que rompemos en llanto cada vez que recordamos nuestro pasado, que nos abrazamos una y otra vez sabiendo que jamás volveremos a empezar aquella historia que nos hacía afines, que nos unía a dos cuerpos, a una sola alma. Tan solo miraremos las olas, como rompen en la orilla de la playa y vuelven a retroceder. Nuestro amor está consumado, cada vez que retrocedemos, volvemos a empezar. Y nos volvemos a destruir. Ya no tendrás mis manos en tu rostro, mi cuerpo no buscará el tuyo, ya no me besarás lentamente, con tanta pasión. Ya no estaremos en una noche infinita sentados en la playa, sin despegarnos, buscando la luz de nuestras miradas en la oscuridad, oyendo el sonido de las olas. Ya no estarás conmigo, tú estarás en otra playa acompañado de una eterna soledad. Y yo por otro lado sabiendo que perdí más de lo que pude encontrar. Estaremos en diferentes lugares, pero al fin y al cabo miraremos el mismo mar, la misma dirección. Basta echarse sobre las piedras y darnos cuenta que respiramos el mismo aire, miramos el mismo cielo y sobra motivos para pensar que seguimos juntos. Y vacíos.

domingo, 3 de julio de 2011

No me enseñaste a pedir perdón ni a perdonar

Papá, me enseñaste muchas cosas desde muy pequeña y hasta ahora recuerdo.

Me enseñaste a que, a penas me levante de mi cama, tenía que tenderla bonito. Muchas veces escondías mis tres sábanas debajo de mi cama porque me daba pereza arreglar la cubrecama, las sábanas y la colcha. ¿Para qué arreglar si al día siguiente nuevamente va estar desatendida? No me explicaste porqué debía hacerlo, luego me di cuenta que era por cuestión de orden y limpieza, porque se puede dormir mejor si tenemos una cama arreglada, y de paso sacudimos las sábanas por el polvo. Lo que tú no entiendes es que hasta ahora escondo mis sabanas
debajo de mi cama.

Me enseñaste a tomar la sopa con cuchara. Muchas veces agarraba mi plato especial para sopa, y lo succionaba con mi boca, de frente, sin cuchara y de paso hacia sonidos raros que te molestaban. ¿Para qué tomar sopa con cuchara si demanda mucho tiempo?.
No me explicaste porqué debía hacerlo, luego me di cuenta que era para acostumbrarme, por etiqueta, porque si iba a la casa de alguien, no podía hacer eso. Lo que tú no entiendes es que tú no sabes que yo sé que también lo haces cuando no estoy.

También me enseñaste el valor de la solidaridad. Cuando viajábamos en micro, era una travesía divertida. Yo por la ventana y tú en el pasadillo nuestros viajes se hacían sumamente didácticos
- A ver, ¿Y dónde está Coca Cola?-
-Umh, no veo no veo ¡no está! no, ahí está el cartel de Coca Cola
-¿Y dónde dice transportes Tepsa?
-Aquí papi, mira mira
-A ver, ¿dónde está Hotel Night?
-No veo, no veo. Oh, ¡lo vi, papi! Hotel Night, dos estrellas agua caliente videos xxx, diez soles la noche y dice...
- Ya hijita, mejor continuemos con el siguiente - respondía papá todo nervioso.

También me acostumbré a que suban personas en la combis a vender caramelos y contarte las historias de su vida. Me las sabía todas, desde el hombre que no hizo nada malo en la cárcel hasta el "choro" que ahora es un hombre de bien.
-Papi, ¿me das cincuenta céntimos?
Papá no me lo negaba. Sabías que me gustaba colaborar, pero me enseñaste algo desde muy pequeña: no debía recibir lo que vendían.
- Niñita, ¿caramelitos de limón un por diez céntimos y diez por un sol?
- Tome
- ¿ cuantos quieres, niñita?
- Ahí nomás, gracias - respondía mirando a papá y él me sonreía

No me explicaste el porqué no debía aceptar. Ahora entiendo que es una colaboración que se le da, al fin y al cabo puedes comprar caramelos en otro lugar y así él pueda ganar más dinero y tendrá más para vender. Ahora entiendo que es por colaborar. Lo que tú no entiende es que ahora venden "sublimes" tres por dos soles, "cua cua's" tres por uno y "galletas oreo" tres por dos y es imposible no recibir y comerte tres cosas por el precio de una (cabe la duda si son vencidas).

Me enseñaste muchas cosas, pero jamás me enseñaste algo que hasta ahora perdura y tuve que aprenderlo sola. Siempre tienes la razón, nunca te equivocas o nunca quieres equivocarte. Cada discusión era ganada por ti. Ganada por tu silencio, por tu ímpetu. Por querer atribuirte el galardón de jefe de casa, por ende y según tú, el que tiene al mando las decisiones de la casa. ¿Y yo?. Sabías que a veces tenía la razón, pero nunca lo aceptaste. Si bien a veces me hacías sentir mal, yo nunca te di la espalda. Nunca aceptabas tu culpa, y solo dejabas que pase el tiempo y la situación deje de ser tensa. No me explicaste el por qué. Hasta ahora... no lo entiendo. Lo que tú no sabes es que lo aprendí sola. Papá, no me enseñaste a pedir perdón ni a perdonar.