miércoles, 20 de junio de 2012

La vida sobre ruedas: combis asesinas protagonizan "Lima, la caótica"



¿Seguridad? ¿En que momento fue que dejamos de vivir en una ciudad para ser supervivientes de esa nebulosa gris que caracteriza a Lima, Lima la caótica? Y bueno, seria utópico decir que vivimos en un mundo seguro, el cual puedes caminar libremente con un celular en la mano mientras cantas una de tus canciones favoritas de tu Ipod. Esto es imposible si estas en la Calle Loreto de la temerosa y jugosa provincia constitucional del Callao. 

Lima, de por si, es un caos. Fuera de los robos, los asaltos, las balaceras, y demás infracciones que algunas personas -no nos podremos a discutir la razón por la que la hacen, pues es injustificable cualquier medida- cometen, hay algo que me aterra aun mas que todo esto y últimamente somos parte de esto: Las combis asesinas. 

Esta vez no se trata de un señor que pretende ahorrar tiempo esquivando los puentes peatonales y cruza la pista y resulta que su vida se ahorro en mucho menor tiempo, esta vez no se trata de los transeúntes irresponsables que cruzan la pista calculando su tiempo, mas no el semaforo. Esta vez no se trata es un chofer ebrio que quiso experimentar como es la vida manejando y viendo doble a la vez (¿doblemente interesante? doblemente mortal, dirás) . Esta ves se trata de una señora con su hijo en el paradero, esperando que pase un medio que las transporte a su destino. Pero este los llevo a un destino inesperado, y es el ser arroyados en plena vereda y como consecuencia de esto, los dos perdieron una pierna. ¿Es posible? ¿Tanto es el caos que el peligro esta en donde menos te lo esperas? 
Un niño con solo 10 años tiene que afrontar el hecho traumatico de no tener una pierna. Viéndolo desde un punto mas analítico, no perdió la vida. Volviendo a la realidad, hazle entender a un niño que hubiese sido peor perder la vida que una pierna. Claro, una madre lo puede entender, ¿pero un niño de diez años? Si, me gana la impotencia en estos casos, pero solo queda que un tratamiento psicológico de calidad pueda ayudarlos en la mayor medida

Impotencia. Es una mezcla de impotencia y de ganas de querer poder poner una medida contra estos choferes sumamente irresponsables, pero ellos recibirán el mismo castigo y es la cárcel. Una mezcla de impotencia y tristeza al saber que cualquier medida que se tome, los afectados seguirán postrados en su silla de ruedas, viendo como su vida dio un giro en tan solo unos segundos. ¿Y? ¿que hacer? Mas impotencia es leer el periódico y en vez de ver soluciones, encuentro algo tan poco sostenible como: "Buses de transporte publico contaran con libro de reclamaciones" Si bien es una medida que de alguna manera podría ser mejor que un no tener un libro de reclamaciones, no podemos conformarnos con un simple, conformista y llano "a nada". No estamos tratando de crear pequeñas diferencias, si se quiere lograr cambio, se necesitan acciones a la altura, a la medida del ciudadano, que pueda estar adherido a su seguridad y sobretodo pueda generar un cambio activo. 

Plan de acción sin argumentos, simplemente no son soluciones.  Para empezar, tengo un recelo hacia los cobradores y choferes, porque realmente cada viaje en ómnibus para mi es un real desagrado. Si bien no puedo culpar a todos los choferes y cobradores pues bien, reconozco que en muchos casos han resultado ser unas grandes personas. Una pequeña experiencia que corrobora que no puedo meter a todos en "un mismo saco" fue cuando me paso algo muy típico: me olvide el pasaje. Salí apurada de casa y tenia que ir al colegio con 31 panes con pollo hechos para un compartir. Mi cara de preocupación al no encontrar mi billetera, supongo que el cobrador conocerá muy bien esta expresión de nervios y vergüenza al no alzar la cabeza y hacer que buscas algo (así sepas que te olvidaste el dinero) mientras te dicen: pasaje pasaje. Pasaron unos minutos y me dijo: "¿te olvidaste el pasaje? bueno, a cambio un pan con pollo no estaría mal". Minutos después, con la boca llena: disculpa, ¿le echas mayonesa?"
Volviendo a lo anterior, definitivamente uno nunca sabe con quien te vas a encontrar en esta tranvía, pero ¿un libro de reclamaciones es la mejor solución para fiscalizar a los cobradores y choferes? ¿a estos choferes y cobradores que no son capaces de respetar las normas, de pagar las papeletas y aun asi gustosos van a aceptar que los pasajeros hagan sus reclamos y devolver el libro intacto? Vuelvo a recalcar, no a todos los meto al mismo saco pero ¡por favor! ¿Por que no proponen algo mas acorde a nuestra realidad? Esto es tan inexistente como los brevetes falsos y las papeletas imaginarias a cambio de coima


Una solución volada (desde mi punto de vista, claro esta)  es que el cambio empiece desde cada trabajador de las empresas de transporte. Que se haga una capacitación de los choferes y cobradores en los cuales hagan un compromiso contundente el cual son los responsables de sus actos, donde se les instruya y puedan ser personas con criterio, donde consideren que esto es un trabajo y los trabajos deben realizarse de la mejor manera, de la manera mas pulcra, sin ocasionar daño. Que no hacen un favor a los pasajeros, es un servicio y por esto se les paga. A los infractores, se les suspenda un tiempo determinado como escarmiento (siendo sinceros, la necesidad del dinero hará que de cierta manera este escarmiento los haga reaccionar y vuelvan, por lo menos, a un poco de prudencia). 
Y bueno... este problema seguirá mientras haya medidas no adaptadas a nuestra realidad, mientras seamos parte de la nubelosa gris de Lima, la caótica y solo queda poder sobrevivir de esta. 

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